Un año más, galerías, coleccionistas, comisarios, directores de museos y ciudadanos de todo el mundo se dan cita en los pabellones del complejo madrileño de IFEMA para descubrir y disfrutar de la creación plástica contemporánea. Sin embargo, una feria de arte como ésta también sirve de escaparate para tantear las directrices hacia las que se encaminará el arte contemporáneo en los próximos años. Descubrir el Arte habla con la comisaria de la colección ARCO, Estrella de Diego, y la crítica y ensayista de arte, Dolores Jiménez-Blanco, para recoger su opinión sobre algunas de las cuestiones más presentes en la feria
PREGUNTA. Con la ruptura de los cánones y la anulación del concepto de belleza tradicional. ¿Qué valores son los que definen hoy en día la calidad estética de una obra contemporánea?
DOLORES JIMÉNEZ-BLANCO. La verdad es que es una cuestión bastante difícil de explicar, sobre todo cuando en la creación contemporánea no hay una definición como tal de arte, ni de belleza, ni de calidad. Quizás un criterio a tener en cuenta sería cuando en una obra se percibe una narración o idea clara, transmitida de una manera que hace eficaz la comunicación entre la pieza y el espectador. Pero también hay que añadir ese algo imposible de cuantificar, que apela a tu sensibilidad y te produce una satisfacción estética.
ESTRELLA DE DIEGO. En mi opinión, el criterio de calidad estética hoy en día no existe, han muerto los cánones y yo diría que la calidad se otorga según la obra y el ojo que la observe. Va a depender de tantos factores, que seguramente la elección de piezas que hacen unos comisarios sería diferente a la que harían otros. Sin embargo, como decía Gombrich, no sabemos lo que es el Barroco pero sí sabemos que no es Renacimiento, y con esto quiero decir, que siempre hay un «no sé qué» que te dice que esto es bueno, y lo otro no; es un criterio puramente intuitivo.
P. ¿En qué momento Latinoamérica ha pasado de ser la periferia en la vanguardia artística a convertirse en el centro neurálgico?
E.d.D. Hace tiempo que el núcleo de la vanguardia es América Latina. Europa, e incluso Nueva York, ya no son lugares cruciales ni de la producción, ni de la transacción artística. Incluso diría que ahora las galerías y el mundo del arte están husmeando para asentarse en otro lugar. Y respecto a la presencia latinoamericana en ARCO, es una baza por la que la feria lleva apostando muchos años; hasta que apareció Miami Bassel, ARCO era el referente para el arte latinoamericano. Este año Colombia como país invitado es muy interesante porque ha sido de los últimos países en resurgir, y justamente ahora tiene lo que no hay en Europa: ayudas y becas para la creación cultural.
D.J.B. Siempre ha habido presencia latinoamericana en ARCO, quizás menos obvia o menos clara. Y hasta en museos como el Reina Sofía en los años noventa, bajo la dirección de José Guirao, ya existía una linea clara de trabajo con el arte latinoamericano. Quizás la diferencia es que durante años hemos tenido lluvia fina, y ahora por fin ha llegado la tormenta.
P. Y respecto a la presencia de mujeres artistas en ARCO. ¿Por qué en el siglo XXI sigue siendo tan minoritaria?
D.J.B. Todavía vivimos con las consecuencias de años de desigualdad. Y nada más reciente que el caso del nuevo gobierno griego para comprobarlo; supuestamente quieren hacer una nueva política y cambiar el paradigma europeo, y resulta que el gabinete lo forman doce hombres y ninguna mujer.
E.d.D. Exactamente, mientras ocurra un gesto así en el año 2015, además de seguir siendo las mujeres las que cobramos menos que los hombres, no hemos conseguido casi nada. Y el arte, como reflejo del mundo de hoy, también tiene implantado este prejuicio. Se ve claramente en ARCO, donde el problema no es del director, ni de ningún cargo en concreto, sino en general; tanto los/ las galeristas, coleccionistas como comisarios debemos hacer un esfuerzo por sacar a luz a las artistas mujeres cuando se eligen las obras.
P. ¿Qué nuevos perfiles de coleccionismo han surgido con «géneros» como el videoarte?
D.J.B. Hoy en día el coleccionismo ha cambiado de formato, en el sentido de que ya no se trata de perseguir una pieza para la contemplación exclusiva, sino que ahora el coleccionista acompaña en muchas ocasiones al artista en el proceso de producción. Se trata más bien de ayudarle con su trayectoria, e insertarse en su biografía. Un ejemplo claro es la Colección Jozami (expuesta el año pasado en el Museo Lázaro Galdiano), en la que el matrimonio es el que comparten la experiencia con los artistas a la hora de producir el videoarte; incluso tienen un papel creativo al decidir cuál es el mejor soporte para reproducir el vídeo. Uno de los momentos cumbres del coleccionista de hoy es exhibir su colección, y es un acto de desnudez, de someter a juicio su criterio de selección, pero la verdad es que cada vez se hace más, y es algo muy beneficioso para la sociedad.
E.d.D. Está claro el cambio de paradigma, sobre todo cuando el coleccionista se plantea cómo exponer el vídeo siendo un medio que se difunde masivamente por internet. Es un perfil distinto que empezó a desarrollarse a finales de los ochenta y principios de los noventa, y que poco a poco va adquiriendo más relevancia. Además, hay que tener en cuenta que el coleccionismo privado cada vez tiende más a ser público. Quizás el problema que existe en España con algunas de las colecciones públicas reside en que ha estado secuestrada durante 40 años en pleno avance de la modernidad, sin comprar lo que se tendría que haber adquirido para no tener hoy en día esos vacíos, como ocurre con Picasso. Entre otras cuestiones, se ha empezado a coleccionar videoarte por lo mismo que en los 70-80 se compraba fotografía, son piezas más baratas y más modernas.
P. ¿La cultura en general, y el arte en particular, está cambiando al son del momento de transición político y social?
E.d.D. Yo creo que el cambio ha sido «uno y tres martillos», las exposiciones de hoy en día no son tan diferentes,ni tan atractivas (parafraseando el título de la obra de Cristina Garrido en la exposición #Generación2015 de La Casa Encendida). No creo que haya habido ese cambio radical; seguimos dando vueltas a las ideas que ya rompieron en los sesenta y setenta. Y esto no quiere decir que no haya artistas interesantes, pero considero que somos más posconceptuales. Por ejemplo, se lleva mucho la moda del documento, pero ya se hacía a finales de los cincuenta. Y es que, en mi opinión, uno de los problemas fundamentales es que muchas veces el discurso expositivo sirve como parapeto para hacer proyectos prescindibles; se argumenta bien algo que quizás como producto no es tan interesante. Pero bueno, quizás me esté equivocando, no lo sé.
D.J.B. Yo estoy de acuerdo con Estrella, parece que hay muchos cambios, y en realidad no hay ninguno. Hemos llegado a una especie de meseta y ahí seguimos moviéndonos, aunque aún está pendiente unir arte y vida, como propusieron las vanguardias para estar más cerca de la gente; sin embargo, el público nunca entendió ese arte, y realmente continúa esa tensión entre el espectador y la obra de arte contemporáneo. Y con esto volvemos al principio de la conversación, depende de la obra y los ojos que la miren, pero no todo vale, siempre hay un «no se qué» que hace a una pieza distinguible.
Se despiden de la entrevista con un vaticinio positivo de lo que podrían ser los resultados de ARCO, y es que la leve mejora de las circunstancias ha subido el ánimo al sector del arte, y todo apunta a que el pronóstico se cumplirá en los próximos días.
Últimas publicaciones:
Estrella De Diego, Rincones de postales: Turismo y hospitalidad, Cátedra, Madrid, 2014.
María Dolores Jiménez-Blanco, Una historia del museo en nueve conceptos, Cátedra, Madrid, 2014.
Sara VALVERDE