Alfonso Albacete ingresa en la Real Academia de BB AA de San Fernando

DSC09733.jpg

El artista accede a la sección de pintura de la Academia con la disertación Bosquejo de pintura hablada. Jordi Teixidor contestó al nuevo académico en nombre de la institución

La elección de Albacete como académico de número por la sección de Pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando tuvo lugar el 9 de mayo de 2022. Su candidatura fue propuesta por el arquitecto Alberto Campo Baeza, el catedrático de estética Simón Marchán Fiz y el pintor Jordi Teixidor de Otto. En su intervención, Alfonso Albacete tuvo palabras de agradecimiento hacia los tres proponentes y de recuerdo hacia Carmen Laffón, Luis Feito y Luis García Ochoa, quien había ostentado previamente la medalla del nuevo académico.

En un elaborado ejercicio de reflexión, el pintor expuso en su discurso una secuencia de episodios referenciales que fueron trazando su trayectoria en la práctica de la pintura, desde su educación germinal en el paradigma del cuadro como espejo y después en la idea del cuadro enmarcado, “como simulacro fantástico de una ventana abierta al mundo”.

Durante su elocuente explicación de las etapas y aspectos que determinaron su formación, Alfonso Albacete desanduvo el camino recorrido para enfrentarse al “eterno reto, siempre perdido, de saltar el abismo insuperable que separa lo pensado de lo existente, o la mirada de la realidad física”. Los estudios que realizó de arquitectura y bellas artes favorecieron su aproximación a los cánones clásicos, a pesar de que los procesos de creación de ambas disciplinas se sustentaban en mecanismos inversos: en la pintura del natural se parte de la realidad para llegar a la imagen simbólica plasmada en el cuadro, mientras que en la proyección arquitectónica se arranca de la idea, que posteriormente queda materializada en resultados concretos.

Alfonso Albacete elegido académico de número por la sección de Pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Su distanciamiento de la pintura natural estuvo condicionado por la proyección arquitectónica, la valoración del dibujo técnico, la elaboración de una conciencia espacial científica y el rigor de la búsqueda de una solución óptima a los llamados “programas de necesidades”.

La inicial concepción realista del cuadro se vio influenciada por la diversidad de soluciones e interpretaciones aportadas desde las vanguardias y por la singular situación política del país, que abocaba a los artistas a buscar enseñanzas autodidactas y extraoficiales.

La pintura es para Albacete “algo inevitable”, siendo más oportuno “centrar la atención no solo en las obras finales, sino en valorar el verdadero fenómeno artístico residente en el acto humano de pintar en sí mismo, en el acto artístico como un comportamiento extraordinario”. Desplazar la atención de las obras finales hacia el hecho artístico fue también subrayado por Jordi Teixidor en su discurso de contestación, analizando los interiores de Albacete como un espacio que permite entender el hecho de su pintura: “En los interiores de Albacete los detalles, los objetos, la apreciación de una fisicidad, nos hablan, por encima de la dimensión material de la obra, de un sentido que no es otro que el hecho pictórico”.

Teixidor enfatizó esta idea en la parte final de su contestación: “El interior como tema ha sido para el artista un inquietante desafío, una manera de enfrentarse a la realidad alejándose de los sometimientos de la representación; un esfuerzo por ampliar los límites del cuadro”.

Albacete ensalzó la capacidad de la obra de arte de agitar miradas y crear pensamientos, independientemente de su origen. “Es precisamente esa capacidad de agitar miradas y cerebros extraños, e independizarse del ámbito de su nacimiento y navegar en mares de otras culturas para vivir vidas propias, donde creo que reside la auténtica prueba de valor de la obra de arte; contemplarla únicamente como simple documento histórico o como la narración de un hecho concreto sería anclarla en el tiempo y encadenarla a la vida y a la personalidad del autor que la produjo”.

Al reconocer la complicación de expresar con palabras los procesos artísticos, también asumió la distancia insalvable de la obra al mostrarse ante el espectador, por el hecho de ser fruto de un pensamiento ajeno, cuyo misterio dificulta el discernimiento de su verdad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

scroll to top