La vida y obra de Gauguin llega a la gran pantalla

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Autorretrato con Cristo amarillo, 1889. París, Museo de Orsay.

Cine Yelmo proyecta este lunes 26 de octubre en 10 ciudades Gauguin desde The National Gallery. Filmado exclusivamente para cine en alta definición y con impresionantes primeros planos, durante 60 minutos el espectador podrá disfrutar de la vida y obra del genio Paul Gauguin

Filmado en localidades de Tahití, Francia, Las Islas Marquesas y Reino Unido, el documental explora el extraordinario y a menudo problemático logro artístico de Gauguin. A través de comentarios de sus descendientes, artistas contemporáneos y expertos mundiales, ahonda en el legado del pintor no sólo a través del prisma del arte, sino también del género y la política poscolonial, revaluando el tratamiento del artista hacia las mujeres indígenas y su papel en el colonialismo francés del siglo XIX.

Tras el documental, narrado por el actor Dominic West, se ofrece al espectador una visita privada de 30 minutos filmada exclusivamente para cines de la exposición de la National Gallery de Londres «The Credit Suisse Exhibition: Gauguin Portraits». Esta programación forma parte de +Que Cine, la ventana de eventos y planes culturales de contenidos alternativos de Cine Yelmo.

Una oportunidad única de realizar una visita privada sin moverse de la butaca a esta espectacular exposición de retratos de Gauguin albergada en uno de los museos más importantes del mundo. Presentada por la historiadora del arte y locutora Kate Bryan, con la visita guiada del comisario de la exposición, Christopher Riopelle, y con comentarios de expertos como la pintora y escultora Maggi Hambling.

Sala de retratos de Gauguin en la National Gallery.

Gauguin desde The National Gallery se verá en 10 ciudades: Madrid (Ideal, Plaza Norte 2), Barcelona (Icaria, Comedia), Alicante (Puerta de Alicante), Oviedo (Los Prados), Cádiz (Área Sur), Málaga (Vialia), Santa Cruz de Tenerife (Meridiano), Sevilla (Lagoh), Valencia (Mercado de Campanar), Vizcaya (Artea).

Entradas ya a la venta para ver el Gauguin desde The National Gallery el 26 de octubre en la web de Cine Yelmo. 

Cartel de la proyección sobre Gauguin.

Feroz e iconoclasta

Gauguin nació en París en 1848, el año de la segunda oleada de revoluciones burguesas en Europa (ver Descubrir el Arte, núm. 252). Una casualidad, claro, pero no tanto que –como su padre era periodista de izquierdas y su madre la hija de Flora Tristán, una de las líderes del feminismo socialista francés– la familia emprendiera el exilio al poco tiempo. Su destino: Lima, Perú, ciudad en la que vivía un tío materno y donde Paul pasaría los primeros años de vida rodeado de rostros, pieles y paisajes exóticos respecto a lo que habría conocido de crecer en París.

En 1855 regresó a la capital francesa y, una década después, en 1865, inició un periodo de seis años viajando por todo el mundo como marinero en un barco mercante. Brasil, Chile, Noruega, el Círculo Polar Ártico, el Mediterráneo, el mar Negro… Incluso, durante la guerra franco-prusiana, sirvió en un barco que llegaría a apresar cuatro buques alemanes. Desde luego, su formación visual y vital superaba con mucho a la de cualquier joven artista de la época, que por lo general estaría “asfixiado” dentro de las paredes de una academia oficial o privada copiando vaciados o, con mucha suerte, dibujando algún esporádico desnudo del natural.

Autorretrato con Cristo amarillo, 1889. París, Museo de Orsay.

Su vida cambió bruscamente a partir de 1871, cuando uno de sus conocidos le introdujo para que trabajara en el mundo de la bolsa. Eran tiempos de bonanza económica para Francia y para él, que le permitieron adquirir obras de pintores que le interesaban (Degas, Cézanne, Manet, Renoir, Boudin, Daumier, Pissarro, etc.) y, además, empezar a pintar como aficionado, con obras cuya factura recordaba a Manet (en algunas naturalezas muertas) y a Corot, Valenciennes, la Escuela de Barbizon y un cierto Pissarro en los paisajes.

Había conocido al líder del grupo impresionista hacia 1874 aunque no participaría en ninguna actividad con ellos hasta 1880; luego vendría su presencia en las colectivas de 1881, 1882 y 1886, la última del grupo, pero en la que también destacaban artistas que, como él, en realidad se estaban posicionando claramente frente al credo impresionista. Técnica y conceptualmente no compartían algunas fórmulas alcanzadas, y ya un poco esclerotizadas, sobre cómo ver y representar lo real. Quizá no sea tan casual que ese mismo año 1886 fuera el de su primer viaje a Pont-Aven, en la primitiva región de la Bretaña.

Producción pictórica

La producción de Gauguin fue sobre todo pictórica y su incomparable legado en la historia del arte contemporáneo se cimienta sobre varias decenas de inolvidables óleos que, en gran medida, fueron definiendo sus etapas desde 1886. La danza de las cuatro muchachas bretonas y Naturaleza muerta con perfil de Laval, ambas de 1886, recorren ese camino que va desde una influencia todavía impresionista hasta el sintetismo de color y los perfiles bien marcados (fieles el aspecto de joyas y vidrieras medievales, en una técnica de esmaltado alveolado que conocemos como cloisonismo).

Cuatro Bretonas, 1886, Neue Pinakothek, Múnich.

Los paisajes de la Martinica, donde estuvo en 1887, que anticipan la liberación subjetiva frente a la realidad. Por supuesto, la culminación que supone el bienio 1888-89, con sus estancias en la Bretaña y Arlés (invitado por Van Gogh, permaneció allí entre el 23 de octubre y el 23 de diciembre, dando lugar a un legendario episodio de enfrentamiento entre dos genios del arte): Visión después del sermón, Autorretrato o Los miserables, El Cristo amarillo o La bella Ángela, por citar solo algunos, inspirarán a varias generaciones de artistas avanzados a partir de entonces.

El espíritu de los muertos vela 1892, Museo Albright-Knox, Búfalo (Nueva York).

De nuevo en la Ciudad de la Luz, en 1889 visita varias veces la Exposición Universal, sintiéndose atraído pero receloso ante ese símbolo de progreso que llamamos Torre Eiffel, y mucho más entregado al pasar por los pabellones coloniales, donde posaban casi desnudos algunos miembros de tribus de Java o Camboya. Lo exótico se le había presentado de repente a orillas del Sena, y Gauguin tomaría la decisión de conocerlo in situ para desproveerlo de todos sus clichés racistas, eurocéntricos y colonialistas. Antes de irse, en 1890 expondría con diversos grupos simbolistas y sintetistas en locales alternativos como los cafés Volpini o Voltaire, pero nada le hizo cambiar de idea.

Finalmente, este titán pudo desarrollar desde 1891 toda su capacidad imaginativa en tierras polinesias (eso sí, después de reunir un poco de dinero con la venta de algunas obras en el hotel Drouot). Como había sucedido en cada viaje anterior, su pintura no tardará en ofrecer testimonio de su nueva visión: inau­gurando, por así decirlo, un singular museo unipersonal, las obras maestras se suceden, llenando con los sonidos de la vida ese silencio del que hablaba. Ta matete (El mercado, 1892), Manao Tupapau (El espíritu de los muertos vigila, 1892), Arerea (Diversiones, 1892) o Te haere oe hea (¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿A dónde vamos?, 1897) serán algunas de sus producciones más inolvidables.

¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?, 1897, Museo de Bellas Artes (Boston), EE UU.

*Extracto del primer artículo del Dossier Gauguin. El pintor que alumbró la modernidad pictórica. Puede leerlo en el nº 254 de Descubrir el Arte.

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