El Museo de Bellas Artes de Asturias (Oviedo) acoge una exposición de gabinete dedicada al pintor aragonés, entre cuyas obras el visitante puede ver una serie de retratos de Fernando VII vestido con el uniforme de Corps, Carlos IV o Jovellanos en el Arenal de San Lorenzo de Gijón (que se exhibe junto a la radiografía donde aparece en la imagen subyacente un retrato femenino) y un conjunto de grabados. Hasta el 2 de junio
Dentro del programa de la Obra invitada, el Museo de Bellas Artes de Asturias expone en la sala 4 del Palacio de Velarde un magnífico retrato de Fernando VII realizado por Francisco de Goya en 1814. La obra fue encargada por el Consejo Municipal de Santander tras el cautiverio del Fernando VII en Valençay (Francia) y con la intención de ser colocado en la Sala Consistorial, donde residió hasta la muerte del rey, acontecida en 1833. Más tarde, el retrato quedó relegado al olvido durante un tiempo para pasar finalmente a engrosar los fondos del Museo Municipal.
En este retrato, el rey está representado de cuerpo entero y está vestido de coronel de Guardias y lleva varias condecoraciones entre las que sobresalen la banda de la Orden de Carlos III y la gran venera de la Orden del Toisón de Oro que pende del cuello. El rey apoya el brazo izquierdo sobre el pedestal de una estatua que representa una alegoría de España coronada de laurel y con los pechos descubiertos. Junto a ella, el pintor representó varios atributos que permiten identificar al personaje representado: el cetro, la corona y el manto de armiño. A los pies del monarca, aparece un león que sujeta unas cadenas rotas entre sus garras, en alusión a la liberación del pueblo español tras la expulsión de las tropas francesas.
La obra destaca por la viveza de los colores conseguidos por Goya, sobre todo, el rojo del chaleco y del manto de armiño. Las pinceladas presentan una importante carga matérica, pese a la cual la obra tiene una gran luminosidad.
El lienzo procede del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria (MAS) que, para esta ocasión, ha prestado una segunda obra: un retrato de Carlos IV pintado por Bernardo Martínez del Barranco en 1789, cuya iconografía resultó fundamental para el encargo emprendido por Goya años después, como se puede observar en detalles de cómo el monarca aparece acompañado de sendos símbolos de la realeza como son el manto de armiño, el cetro y la corona, así como otros de gran peso simbólico entre los que se hallan la alegoría de España en forma de figura femenina, el león y la alusión mitológica a Hércules.
Junto a estas obras, la pinacoteca asturiana ha seleccionado y reunido de entre sus fondos un conjunto de piezas que ponen en contexto la figura del genio aragonés y su tiempo. Para ello, ha configurado, en una de sus salas, una museografía específica dando lugar a una suerte de exposición de gabinete que permite al visitante adentrarse en el mundo de Francisco de Goya y su época. En este sentido, la Obra invitada se acompaña de dos retratos de Melchor Gaspar de Jovellanos –un anónimo datado en el último cuarto del siglo XVIII y una pintura realizada por Goya alrededor de 1782–, así como un segundo retrato de Carlos IV, obra, nuevamente, del maestro de Fuendetodos.
La muestra se cierra con la radiografía del lienzo de Jovellanos en el Arenal de San Lorenzo de Gijón y la aparición en ella, como imagen subyacente, de un sorprendente sexto retrato, en esta ocasión, femenino. Finalmente, la sala 11 del Museo se completa con una selección de grabados del artista aragonés.