La Galería de los Uffizi de Florencia acoge una exposición que reflexiona sobre los intercambios políticos, intelectuales y artísticos entre los territorios españoles e italianos durante el siglo XVI a través de una serie de dibujos, esculturas, pinturas, orfebrería y artes aplicadas de artistas como Berruguete, Machuca, Siloé, Romolo Cincinnato, Pompeo Leoni, Francisco Pacheco, los Cajés o Vicente Carducho. Hasta el 27 de mayo
El diálogo entre las tradiciones artísticas española e italiana, que destaca por los contactos y relaciones, préstamos e intercambios en plena madurez de la era moderna, lo que propició las creaciones de ida y vuelta, está bien reflejado en la Aula Magliabechiana, con espléndidas obras de Alonso Berruguete, Pedro Machuca, Bartolomé Ordóñez o Diego de Siloé, bautizados como las “Águilas del Renacimiento Español” por su magistral capacidad artística, perfeccionada en prolongadas estancia en Italia. Además, se suma un gran conjunto de los mejores y más significativos dibujos conservados en el Gabinete de Dibujos y Estampas de los Uffizi, en su mayoría procedente de la donación de Emilio Santarelli (1866).
Destacan las dibujos de extraordinaria calidad y de segura autoría –como los de Berruguete, formado entre Florencia y Roma y uno de los primeros testimonios de expresión renacentista, o los de Romolo Cincinnato y Pompeo Leoni, dos de los artistas que fueron llamados a trabajar en España en los más prestigiosos proyectos reales–, acompañados por dibujos de Francisco Pacheco, Patricio y Eugenio Cajés y Vicente Carducho, auténticos protagonistas del Quinientos en España.
Como declara Eike Schmidt, director de los Uffizi: “Alrededor del siglo XVI las tendencias políticas e intelectuales de los reinos españoles y de los territorios italianos fueron acercándose con las consecuentes e inesperadas superposisiciones, desde el pontificado del papa Alejandro VI Borgia hasta la conquista de los dominios napolitanos y de la anexión del ducado de Milán” o como también explica Marzia Faietti, directora del Gabinete de Dibujos y de Estampas y comisaria junto con Corinna Gallori y Tommaso Mozzati de la exposición: “De hecho, todo artista y sus obras son siempre el fruto de una ininterrumpida circulación de ideas y de formas, de manera que escribir sobre el el dibujo en España, como el practicado en Italia o en cualquier parte, significa ampliar constantemente los horizontes de investigación llegando a rozar el punto de ruptura de la noción de escuela sin renunciar a la recuperación filológica del tejido artístico de un lugar y al análisis de la transmisión del saber en los diversos talleres”.
A partir de una introducción, el contenido expositivo se articula en ocho secciones para recolocar cada creación gráfica en su contexto original, en un recorrido que incluye también esculturas, pinturas, ejemplos de orfebrería y artes aplicadas, para ofrecer interesantes confrontaciones inspiradas en una mirada multidisciplinar.
Tras la premisa del panorama artístico en España entre finales del siglo XV e inicios del XVI, se presenta la producción de los pintores y escultores formados en Italia entre las décadas segunda y tercera del Quinientos, desde Berruguete o Bartolomé Ordóñez hasta Gaspar Becerra; también se compara la figura humana y la representación del desnudo de estos artistas, así como el arte y la tratadística italiana. Se continúa relevando la importancia de la pintura toscorromana para la producción española alrededor de los años cuarenta-cincuenta, valiéndose de las obras de Luis de Vargas y Luis de Morales, que se muestran junto a libros atribuidos a Sebastiano del Piombo y Giorgio Vasari. Hay un apartado dedicado a los viajes de los artistas, y se destaca el caso emblemático de un pintor como el Greco, esta vez de Italia a España, y la sucesión dinástica entre Carlos V y Felipe II, que estudia pormenorizadamente los encargos de la Corona. Y, por último, este recorrido se completa con dos secciones que muestran una serie de dibujos italianos relativos a la decoración de la iglesia y monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) cuyo eje es una reflexión sobre la importancia de las artes gráficas para Felipe II como herramienta para controlar y promover su gran proyecto. Finalmente se indaga en la presencia de los artistas italianos “escorialenses” e introduce la obra en papel de algunos autores españoles del último trentenio del Quinientos. Mientras el apartado final se centra en los miembros de dos familias de origen italiano, los Carducci* (Carducho) y los Cascese** (Cajés) y su legado artístico, fruto de una intensa actividad entrelazada en España.
Esta muestra florentina, fruto de la colaboración entre los Uffizi y el Kunsthistorisches Institut in Florenz, es la versión italiana de la exposición I Segni nel tempo. Dibujos españoles de los Uffizi, celebrada hace dos años en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, comisariada por Benito Navarrete Prieto. La presente edición se diferencia de la española por un corte cronológico más reducido, la variedad tipológica de las obras seleccionadas y la presencia de préstamos de otros museos y bibliotecas además de la Colección de los Uffizi.
También completa la exposición de los Uffizi en 2013, titulada Norma y Capricho. Españoles en Italia en los exordios de la “manera moderna, comisariada por Tommaso Mozzati junto con Antonio Natali (precedente director de la sede), que examinaba la actividad pictórica en un cercano tuteo con sus modelos italianos.
El diálogo de ida y vuelta, con la escalada en el traslado de estos protagonistas, se amplía en una dimensión múltiple de viajes y estancias, que se manifiestan en la producción de las obras. En definitiva, se trata de una exposición densa de puntos de arranque, revalorizaciones de piezas excelentes, resultado de un estudio metodológico sumamente agudo e intrincado.
Ahora, esperemos que el ahondamiento en el diálogo España-Italia o Italia-España logre extenderse al Seiscientos, cuando el Barroco estalla con toda su vitalidad en Italia, llega a España –y como apunta Eike Schmidt– y de ahí a Hispanoamérica.
Carmen del VANDO BLANCO
*Bartolomeo Carducci o Bartolomé Carducho (Florencia, h.1560-Madrid, 1608), pintor, escultor y arquitecto italiano, del que Ceán Bermúdez decía: “Pocos pintores vinieron de Italia que hayan sido tan útiles a las bellas artes españolas que Carducho”, es una figura cardinal para entender el desarrollo de la pintura en la corte española de comienzos del siglo XVII, más que por su obra por la escuela de artistas que se formaron a su lado, el primero de ellos su hermano Vicente (Florencia, 1576/78-Madrid, 1638), pintor y tratadista de arte barroco, se traslada muy joven a España, siguiendo los pasos de su hermano Bartolomé, contratado este por Felipe II para la magna obra de El Escorial como pintor de frescos y retablos; en su taller.
Vicente aprendió el oficio, impregnándose de su estilo, entre el clasicismo y el manierismo posrenacentista. Ayudante de su hermano, tras la muerte de este en 1609, asume su función como pintor cámara del rey, encargándose de la decoración de una galería en el Palacio Real de El Pardo y del retablo del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid. Hasta la llegada de su rival, Velázquez, Vicente Carducho fue la personalidad más influyente de la escuela madrileña de pintura, exponiendo sus conceptos artísticos en el libro Diálogos de la pintura, su defensa, origen, esencia, definición, modos y diferencias al gran monarca Felipe III… Además de sus numerosos proyectos para la corte, trabajó para gran cantidad de parroquias y conventos, destacando en este sentido sus obras para el Monasterio del Paular.
** Patricio Cajés o Patrizio Cascese (Arezzo, h.1540-Madrid, 1612) llegó a España en 1567, requerido para la ejecución de las obras de El Escorial, con Rómulo Cincinato, que trabajaba en el Alcázar de Madrid, en el Palacio del Pardo y en los conventos de la comarca madrileña. Su obra más importante está constituida por las escenas de la Historia de José en el Palacio del Pardo, realizadas hacia 1606. Como teórico, tradujo al castellano el libro de Vignola titulado Regla de los Cinco órdenes de Arquitectura de 1619, ejerciendo una notable influencia en los arquitectos de su época. Su estilo recuerda a los manieristas romanos de su formación. Padre de Eugenio (Madrid, 1574-1634), artista de más personalidad y estilo más avanzado. Discípulo de su progenitor, en 1604 pinta por encargo regio las copias de El rapto de Ganímedes y la Fábula de Leda de Antonio Correggio, conservadas en el Museo del Prado. Mientras en 1608 trabaja en la decoración del palacio de El Pardo para ser posteriormente nombrado pintor del rey. Entre sus obras más destacables se encuentran las decoraciones al fresco del Sagrario de la Catedral de Toledo en 1615, en colaboración con Vicente Carducho, que coincidieron en otras ocasiones en la ejecución de otros trabajos, como el monasterio de Guadalupe (1618), la iglesia de Algete o la decoración del palacio del Buen Retiro.