La galería Antonio de Suñer de Madrid acoge hasta el 4 de noviembre una serie de pinturas (grisallas), a través de las que el artista rinde su particular homenaje a los creadores que le precedieron. Un trabajo que reflexiona en profundidad sobre la melancolía como motor del proceso creativo
Álvaro Sellés (Madrid, 1959) ha construido para esta exposición un retablo en el que ha sustituido a santos por pintores, a beatos por los maestros que le han guiado y le han transmitido unas enseñanzas ya claves en su carrera. Así ha cimentado un bello homenaje a la sabiduría recibida, en el que aparecen artistas de la talla de Giacometti, Palazuelo, Elena Asins, Bacon, Lucian Freud, Jean Michel Basquiat, Frida Khalo, el grupo El Paso y muchos otros, todos convertidos en referentes con los que Sellés se identifica.
Al pintar a otros desvela sus misterios o enigmas para invitar al espectador a un viaje, esta vez en grisalla (una técnica pictórica monocroma que produce la sensación de relieve escultórico), y que le hará reconsiderar las nociones aprendidas para iniciar un periplo por una pintura nueva, sorprendente, sencilla hasta límites insospechados.
Álvaro Sellés ofrece así al espectador una herramienta clave para entender su universo pictórico; singular con un toque de arrogancia benévola. Y es que Selles pinta rodeado de pintores, siempre atento ante la presencia espiritual de sus rostros, que son el objeto de su esfuerzo.
Para afrontar su trabajo, Sellés se da un baño de melancolía, de ahí el título de esta exposición. Tiene muy presente el grabado de Durero del mismo nombre y ha reflexionado en profundidad sobre la melancolía como motor del proceso creativo, una idea que surge en la Edad Media, cuando se asoció la idea de genialidad a una patología mental, y que hoy sigue vigente: en el Minimal el proceso creativo es tan importante o más que el resultado de la propia obra.
Para Sellés la creación se dota de fuerza y originalidad a través del recuerdo, de las vivencias, de las emociones almacenadas. Su obra pictórica asocia desequilibrio y genio. Usa técnicas dispares, óleo, acrílico, sobre lienzo o papel, collage o estencil, que se manifiesta en una plenitud casi cegadora.
Su planteamiento desafía al color sin rechazarlo. No descarta la luz, que circula por sus cuadros con toda la comodidad que precisa; también reivindica el encanto de la visión ajena, de otra posibilidad de mirar con acierto. Sellés ha construido un retablo y una crónica, una idealización y un acontecimiento, un espacio espiritual en el que cabe cualquier ateísmo. Posee una mano excelente y un nivel artístico elevado.