Destiempo es la propuesta de la galería Marlborough para inaugurar la nueva temporada en Madrid. Una exposición que reúne más de treinta pinturas de este artista cuyo eje gira en torno al concepto del tiempo entendido desde diferentes facetas. Además, en la sala pequeña, Juan Genovés con Aledaños (obra gráfica intervenida). Hasta el 21 de octubre
Hace dos años, se abría la temporada artística de la galería Malborough de Madrid con Natura de Alfonso Albacete (Antequera, Málaga, 1950). Ahora vuelve con Destiempo, una propuesta, que como la anterior, es una exposición absoluta de pintura, o una exposición de absoluta pintura, como escribía Rafael Doctor en un artículo que publicamos en nuestras páginas de Descubrir el Arte. «Recalco este hecho pues todo lo que gira en torno a la exposición de Alfonso Albacete es una reflexión constante en torno al hecho creativo artístico, y más concretamente, una reflexión profunda sobre el acto pictórico propiamente dicho», añadía Rafael Doctor.
Así, esta nueva exposición más que un capítulo diferencial en su carrera pictórica, podríamos afirmar que es un «paso sobre si mismo, un avance que recurre hacia lo ya conseguido para ahondar o profundizar en todo lo anteriormente elaborado en más de tres décadas de dedicación exclusiva al pensamiento y práctica pictórica», comenta Doctor.
Este interés tan marcado de Albacete de reflexionar “sobre su pintura y sobre la pintura”, como escribió Valeriano Bozal, nació en 1979, tras su paso por el arte conceptual. Ese «interés tenía entonces como objeto inmediato su lugar de trabajo, el estudio –un tema moderno por excelencia, con ilustres antecedentes–. Y al estudio dedicó cuadros que han sido importantes en su trayectoria. Casi cuatro décadas después y tras una formidable evolución técnica (…). La exposición que ahora presenta incurre en lo que podríamos denominar ‘metapintura’, pintura que trata de la pintura o que trata del pintar», escribe José María Parreño en el catálogo de la muestra.
Así, en Destiempo 3. Taller-Jacob hay planos en los que en palabras de José María Parreño «asoma la imprimación inicial, o en Destiempo 5. Medianoche vemos los restos de cinta aislante con que el artista fijó una cartulina. En otros encontramos salpicaduras, chorretones, manchas que parecen el resultado de haber limpiado el pincel. Es el acto de pintar convertido en cuadro».
La otra cuestión que aborda el artista en esta serie, y de ahí el título de Destiempo, son los distintos tiempos que tienen lugar en muchas de estas obras. A veces mediante un «recurso que utiliza desde hace años, como es la inclusión de cuadros ya realizados en otros posteriores. Por ejemplo, Escalera de Jacob, de 2000, se atisba al fondo del mencionado Destiempo 3 (2016). O el tondo Fondo-Figura, de 2014, aparece aquí incongruentemente, en Destiempo 17. Estación Segunda (2016)», comenta José María Parreño.
Otras veces, Albacete recupera elementos que aparecían en cuadros anteriores, como la figura suspendida en el aire de Variante (2016). Y también, finalmente, a través de versiones de un mismo motivo. Es el caso de Destiempo 23, Destiempo 6 y Destiempo 15, de 2015, 2016 y 2017 respectivamente. Y que para este crítico de arte, este grupo está especialmente conseguido. » Un brochazo de carmín incandescente cruza el lienzo, iluminándolo como si fuera neón, y los tres cuadros mantienen idéntica intensidad a pesar de la diferencia de formatos».
Así, a través de estos dos ejes propios, esta exposición es un paso más en la trayectoria de uno de los pintores esenciales en la pintura española contemporánea y, sin duda, como afirmaba Rafael Doctor «uno de los que desde un primer momento ha sabido girar en torno a una reflexión particular sobre la representación como base de sus cuadros. Ajeno a los apartados que siempre lo acaban encasillando como representante de la figuración de los setenta y ochenta en Madrid, el trabajo de Alfonso Albacete, se autoreivindica a sí mismo y su mundo como un lugar propio, con unos elementos diferenciales que definen no solo sus particulares formas y representaciones pictóricas, sino también su complejo pensamiento vertido a través de unos magníficos resultados formales».