Más de ochenta fotografías constituyen la exposición «Un horizonte falso» que presenta el último trabajo de Alberto García-Alix, con el que ha dado una vuelta de tuerca a sus fotografías más naturalistas de las etapas anteriores para abordar imágenes desde un ángulo mucho más abstracto y simbólico. La muestra se puede visitar en La Principal de Tabacalera hasta el 10 de abril
El mismo García-Alix incide en que estas imágenes son las más abstractas de su trayectoria. También en que juntas representan el ensayo fotográfico llevado a cabo en los últimos cinco años. El discurso que ahora se expone en este espacio de la zona de Lavapies, estuvo anteriormente en la Maison Européene de la Photographie de París. Para entonces, en su inauguración en diciembre del 2014, el artista hacía ya tiempo que había determinado el título bajo el que se acogerían todas las piezas. Fue lo primero que se lo ocurrió en 2011 cuando le invitaron a participar en el proyecto. La idea de ‘un horizonte falso’ le llevaba asaltando bastante tiempo en su mente, y decidió tomarla como titular para emprender la narración visual que alimentase su significado. Durante los tres años siguientes las imágenes que producía y revelaba llevan implícitas este planteamiento, donde el juego de la fotografía abstraía la realidad y daba paso a la visión onírica, fantasiosa, e incierta.
Sin embargo, no se trata tanto de una ruptura en su trayectoria sino de una evolución. Nicolás Combarro,comisario de esta exposición como de muchas otras sobre el fotógrafo, además de autor de otros tantos trabajos editoriales de su obra, describe este trabajo más bien como «una fábula con diferentes capítulos y escenarios. Después de más de 30 años de práctica con la fotografía, Alberto reflexiona y reutiliza otras partes que son típicas de este medio,y que están ahí desde las vanguardias.Se trata de esa trampa y ficción innata de la fotografía -juego de escalas, puntos de vista, reflejos…- que originan imágenes, que a veces o nunca, llegamos a comprender».
Algunos de los temas con los que quizás se encuentre de nuevas el visitante es el paisaje onírico o la arquitectura, siempre recreada, inclusive inventada, como la «ciudad de San Carlos».No obstante, continua la muerte, el sexo o el retrato, como temas principales para el autor. Lo que sí se suma esta vez a la crudeza de algunas de las imágenes es un alo poético, como si el comentario que tuviese que hacernos la imagen lo recitase en verso. Los animales, y el cuervo sobre todo, acechan otras de las fotografías, y ante la pregunta a García-Alix sobre su intención o simbolismo, contesta que «ninguna», o por lo menos la que en su imagen representa; añade contundente, «puro misterio».
Sin embargo, las palabras que no se escuchan en la fotografía, se perciben a lo largo de la exposición desde el cuarto donde se proyecta un vídeo en el que sí se narra en alto las reflexiones de Alberto García-Alix. Su voz cuenta la historia de cada una de sus creaciones, y el proceso que supone revelarlas y descubrir la imagen definitiva que hasta el momento ha estado reposando en la mente del autor desde que la pensó y la disparó. Es esta pulsión la que le mantiene vivo y curioso. Para Alberto García-Alix la fotografía nace de la reverberación del pensamiento.
S.VALVERDE
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