El Castillo de Montjuïc en Barcelona dialoga con la intervención del artista Jesús Galdón, que simboliza lo que realmente mide el tiempo en un conflicto de guerra: las armas. La pieza consiste en un reloj solar formado con un cañón antiaéreo, que se puede visitar hasta el próximo 28 de febrero
La sombra de un cañón antiaéreo se proyecta desde el centro del patio del Castillo de Montjuïc. Sin embargo, no está dispuesto para bombardear contra ningún objetivo, sino que se ha despojado de este uso convencional para servir de aguja de un reloj solar. Un objeto, que éste sí, cumple su función habitual, la de medir y regir nuestro tiempo. Juntos representan algo más metafórico, el arma como contador de horas y minutos en tiempos de guerra.
Para ahondar más en este concepto el autor de la obra, Jesús Galdón, señala el primer párrafo del Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, en el que definen el arma: “El arma es el oponente del monstruo, que a su vez se convierte en monstruo. Forjada para luchar contra el enemigo, puede ser desviada de su objetivo y servir para dominar al amigo, o simplemente al otro. Asimismo las fortificaciones pueden servir de parachoques contra un ataque y punto de partida para una ofensiva.”
Una práctica que siempre siembra el terror entre los que más lo sufren y menos voz tienen ante las decisiones de la guerra. Galdón recoge en concreto dos de los acontecimientos históricos más señalados por el ataque indiscriminado contra la sociedad civil en Barcelona y que se produjo precisamente desde el Castillo de Montjuïc: El bombardeo dirigido por el general Espartero en 1842, y el de 1938 por el general Prim.
Hoy día estos sucesos quedan muy lejos, no sin embargo para los que los siguen sufriendo en países como Siria, de los que nos llega la información a través de los corresponsales de guerra que sí experimentan la sordera producida por los bombardeos, que a veces dan las en punto.