Una muestra en el Palacio de las Exposiciones de Roma hace un recorrido desde 1920 a 1990 a través de obras que retratan los medios de transporte vistos por los artistas como un símbolo de progreso. Una reflexión sobre una etapa de la Unión Soviética en la que se trató de convertir las utopías en realidades y la realidad en mito
La exposición Russia on the road (Rusia en el camino), diseñada por Alexey Ananiev, comisariada por Nadezhda Stepanova y Matthew Lafranconi y organizada en colaboración con el Instituto de Arte Realista de Rusia en Moscú, hace un recorrido pormenorizado de casi cien años de historia de la tecnología, centrado en el transporte, y cómo se plasmó en la pintura y en la obra gráfica soviéticas.

¡Adiós tierra!, de Andrew I. Plotnov, 1979, óleo sobre lienzo, 80,5 х 100,5 cm. Arriba, Escuchando la tierra, de Vladimir D. Nesterov, 1965, óleo sobre lienzo, 159 x 255,5 cm. Todas las imágenes, Instituto de Arte Realista Ruso.
No hacía tanto que en Rusia apenas había carreteras, era una sociedad rural sin apenas tecnología, así que pensar que el país en poco tiempo estaría surcado por una gran red de carreteras que comunicaría todo el país era una utopía inalcanzable. A partir de la Revolución esto cambió, la sociedad industrial ganó terreno a la campesina, proliferaron las fábricas y se abordaron nuevos retos tecnológicos, como la conquista del espacio. Todo esto era visto por la sociedad como una señal de progreso, de avance, y también los artistas se hicieron eco, lo registraron y muchas veces se anticiparon en sus obras a lo que habría de venir, casi como una utopía.

Mar’jam Vasilkova, conductora de la fábrica Kamaz, de Victor I. Kudelkin, 1979, óleo sobre lienzo, 99 x 139,5 cm.
No hay que olvidar que todo esto formaba parte de la ideología marxista que inspiró la Revolución, la igualdad de clases y de género, y, por tanto, es inseparable de los avances sociales y de la idea de una sociedad igualitaria que también quisieron plasmar los artistas en sus obras. Muchas escenas que reproducen fábricas o transportes presentan a personajes felices, pulcramente vestidas y un hecho muy destacable, en la mayoría aparecen mujeres como protagonistas de este nuevo cambio social. Y aunque no fuese exactamente así, hay que tener en cuenta que para todos estos artistas se trataba de reproducir un mundo ideal, una utopía.

La noche blanca, de Alexey S. Mikhailov, 1966-67, óleo sobre lienzo, 189 x 271,5 cm.
Esta exposición revisa esta experiencia soviética y un momento en el que trató de convertir las utopías en realidades y la realidad en mito, y lo hace a través de un total de más de sesenta obras entre pintura y obra gráfica del siglo XX procedentes de los museos rusos más importantes. Están presente los artistas, y sus obras maestras, que han alcanzado gran reconocimiento como Aleksandr Dejneka, Yuri Pimenov, Aleksandr Samokhvalov, Georgy Nisskij o Alexander Labas, y otros, más experimentales y apenas conocidos fuera de la Unión Soviética, un puñado de pintores y diseñadores gráficos de los sesenta, que se quedaron tras la «cortina de hierro» del Pacto de Varsovia y que ahora por primera vez podrán verse en Occidente. Es muy interesante observar cómo esta generación posterior de artistas, los que van desde los sesenta a los noventa, fue influenciada por las corrientes culturales europeas fuera del Telón de Acero, como el neorrealismo italiano o la Nouvelle Vague francesa.

Las empleadas de metro Nadezhda Alekseeva Faina y Tjaguševa, de Semen A. Rotnitsky, 1971-72, óleo sobre lienzo, 115 x 106 cm.
En resumen, con un enfoque temático, la exposición narra la prominencia repentina en la vida del pueblo ruso de los nuevos medios de transporte, vistos como un símbolo de progreso y una dominación humana sin precedentes y de gran inmensidad en Rusia. Máquinas y maquinaria invadió incluso la imaginación de los artistas, llegando al espacio de la representación artística como un símbolo positivo de la condición contemporánea. Aviones, trenes, barcos, coches, carreteras, ferrocarriles, puertos, estaciones de metro, se convirtieron en temas interesantes y «nobles» como antes lo había sido el retrato de la burguesía y la nobleza o el paisaje natural. Hasta el 15 de diciembre.

En ruta, de Georgy G. Nissky, 1958-64, óleo sobre lienzo, 141 x 156 cm.
Muy interesante reseña. La pintura soviética sigue siendo sorprendente, a pesar del lastre staliniano.