Sin título o Las camisas, de Doris Salcedo, una pieza emblemática de la artista colombiana, podrá verse en la Sala 44 del Museo Thyssen-Bornemisza desde el 24 de febrero hasta el 24 de mayo. Propiedad de la Colección de Arte del Banco de la República, esta obra habla del dolor de las víctimas de la violencia
Doris Salcedo (Bogotá, 1958) hizo su primera exposición en 1985 en Nuevos Nombres de la Biblioteca Luis Ángel Arlango, dos años después, recibió el primer premio en el XXXI del Salón Nacional de Artistas Colombianos realizado en Medellín. A partir de ese momento su trabajo empezó a ser tenido en cuenta por los críticos de arte y el público. Desde entonces su reconocimiento ha ido creciendo hasta lograr gran notoriedad a nivel internacional. En estos días acaba de inaugurar una retrospectiva en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago.
Doris Salcedo ha reconocido que en su primera etapa, 1985-1990, le había influido el trabajo de Joseph Beylus, “quien vendría a significar para ella una posibilidad de confrontación de una experiencia de trauma en términos históricos”, como ha escrito el crítico de arte Jaime Cerón.
En esta época su trabajo está enfocado a mostrar los hechos que la historia oficial ha ocultado, para traer a primer plano el dolor de la experiencia humana. Pero a Doris Salcedo no le interesa mostrar las imágenes violentas en sí mismas, sino sus secuelas. Como ella misma dice en un libro sobre su trabajo publicado por la editorial Phaidon: “Yo creo que las mayores posibilidades del arte no están en mostrar el espectáculo de la violencia sino en esconderla… Es la proximidad, la latencia de la violencia, lo que me interesa”.
Y justamente eso es lo que hace en la obra que se podrá ver en el Museo Thyssen, Sin título (1989-1990). Un trabajo que habla de los desaparecidos, de cómo sus familias se convierten también en víctimas de esa violencia, y de cómo asumen rituales cotidianos para no olvidarlos.
Aunque a primera vista la obra parece transmitir serenidad, limpieza y orden con esas camisas blancas, almidonadas (en yeso) y pulcramente dobladas y apiladas, la imagen es desoladora porque esas camisas aluden a las de esos desaparecidos que sus familias lavan y planchan continuamente como si esperasen su regreso. Además las camisas son atravesadas por barras de acero en una metáfora que alude “al dolor, a la ausencia de quien las vistió en algún momento de su vida”, como dice Diego Garzón en su libro De lo que somos.
De la importancia de esta obra para la sociedad colombiana, el embajador de Colombia, Fernando Carrillo Flórez, ha destacado el significado de la obra de Salcedo y su valor simbólico para Colombia “la pieza que tenemos aquí habla sobre las víctimas y sobre la memoria. También sobre la Política, la Política con mayúscula, no esa política electoral que lleva a gobiernos transitorios al poder».