Tras décadas sin ser expuesto, el CentroCentro Cibeles acoge este belén napolitano de 1784 de la Casa Ducal de Medinaceli. Este proyecto ha sido realizado en colaboración con el Museo Salzillo de Murcia, cuya directora, María Teresa Marín Torres, ha comisariado el montaje. Se podrá ver desde el 28 de noviembre hasta el 1 de febrero de 2015
En el año 2012 CentroCentro inauguró el programa navideño apostando por la exposición de destacados belenes, una tradición muy arraigada en nuestro país y en el arco mediterráneo. En esa primera edición lo hizo con uno de los hermanos madrileños García de Castro, actualmente depositado en el Museo Salzillo; para mostrar al año siguiente las tallas del gran Francisco Salzillo, en un exquisito montaje.
Este año para inaugurar la Navidad han elegido el Belén napolitano de los duques de Cardona, legado de la Casa Ducal de Medinaceli, una joya belenística del siglo XVIII, que se podrá contemplar después de tres décadas sin ser expuesto al público.
En 1784 el duque consorte de Santisteban, futuro XIII duque de Medinaceli y XV duque de Cardona, Luis María Fernández de Córdoba y Gonzaga encarga a Nápoles dos belenes de exquisita talla, hay que recordar que los tallistas napolitanos gozaban de gran fama y eran considerados los mejores tallistas de la época por toda la nobleza europea, uno para regalárselo el príncipe de Asturias (futuro Carlos IV) y otro para su familia. Este último llegó a España en 1785 y en 1790 se encargaron más piezas para ampliarlo.
Este belén destaca por la calidad de sus piezas, que como recoge la tradición familiar “solo se hicieron dos de esta misma factura, el realizado para el duque de Medinaceli y otro para los zares de Rusia”. El conjunto se distingue por su carácter unitario, es decir que todas las figuras fueron realizadas por el mismo autor, hecho que no era habitual, y porque las piezas están confeccionadas en madera cuando lo normal es que las cabezas se modelasen en terracota.
De la casa familiar al museo
Se expuso por primera vez al público en 1860 en el que era el palacio madrileño de la familia desde el siglo XVI (donde ahora se encuentra el Hotel Palace). La iniciativa fue de la esposa del XV duque de Medinaceli, Ángela Polonia Pérez de Barradas y Bernuy, dama de Isabel II y una mujer ilustrada a la que le interesaba la política y el arte y que tuvo uno de los salones más importantes de la época. El montaje de la escenografía del belén se lo encargó al pintor Federico Madrazo. Desde entonces, y hasta las primeras décadas del siglo XX, todas las Navidades el belén se mostraba en la residencia familiar, que luego pasó a estar en la plaza de Colón.
La actual propietaria es la XXI duquesa de Cardona, Casilda Ghisla Guerrero-Burgos y Fernández de Córdoba, que se ha encargado durante los últimos años de su restauración y recuperación. También ha habilitado un espacio en su residencia para exponerlo en un montaje que ha diseñado ella misma inspirándose en la escenografía del Belén de Caserta (Italia).
El montaje de María Teresa Marín Torres para CentroCentro recrea el espíritu del Nápoles del siglo XVIII. El conjunto, formado por casi 200 figuras, está expuesto en 50 metros cuadrados y se representas escenas que van desde el Pesebre y la adoración de los Reyes Magos, un grupo de músicos con sus instrumentos musicales de la época, hasta escenas más populares como los pastores, la tahona, la carnicería, los talleres de los artesanos o la taberna.
El proyecto ha contado con la ayuda de la Fundación Juan-Miguel Villar Mir y el Banco Sabadell.
¿De dónde viene la tradición de los belenes?
Según la tradición católica, el origen del Belén se remontaría al siglo V cuando se comienza a venerar una cuna que supuestamente era la que había ocupado Jesús, posteriormente se traslada a la iglesia de Santa Maria ad Praesepis donde se instala en una gruta artificial que recreaba la de Belén. A partir de ese momento se empieza a representar dentro de los templos la escena del nacimiento.
También según la tradición, el verdadero artífice de la representación del belén es san Francisco, que la Nochebuena de 1223 ofició una misa en una cueva de Greccio (la Toscana) con la representación del Nacimiento de Jesús, por eso desde 1986 la Iglesia le declaró patrón del Belén. Hay que esperar al siglo XIV para volver a tener noticias de otro belén, el realizado por el arzobispo de Amalfi, Arnoldo di Cambio, y que constaba solo de las figuras del pesebre a tamaño natural, la Virgen, san José y el Niño con un buey y una mula. Es a partir de entonces cuando surgió la costumbre de instalar esta escena en las iglesias italianas que progresivamente se va extendiendo por Europa, añadiéndose con el tiempo otras figuras como el anuncio de los pastores, la adoración de los Reyes Magos, escenas populares…
Esta tradición italiana llega a España de la mano de la orden franciscana, y artistas de la talla de Montañés o Luisa Roldán, La Roldana, reciben encargos para la realización de belenes tanto de las iglesias o conventos como de la nobleza. Hay que tener en cuenta que eran unos bienes muy preciados que solo unos pocos podían permitirse como atestigua el hecho de que queden reflejados como material de gran valor económico en los documentos testamentarios de la época.
Pero es en la segunda mitad del siglo XVIII cuando la escenificación y configuración plástica del Nacimiento alcanzó en el Reino de las Dos Sicilias un período de gran esplendor. Pasó del ámbito religioso, es decir iglesias y conventos, a la Corte, la nobleza y la alta burguesía hasta llegar posteriormente a ámbitos más populares. Con el reinado de Carlos III (llega a España en 1759) esta tradición de los presepi napolitanos se consolida. Esto da lugar a que grandes escultores o imagineros españoles se sumen a esta moda de los belenes, entre los cuales destaca el murciano de origen italiano Francisco Salzillo.
Los belenes napolitanos destacan por su verismo y variada escenografía y por la cantidad de figuras, con escenas y personajes de gran realismo y expresividad. A la escena central del Nacimiento se van sumando otras de gran riqueza iconográfica y que reflejan la vida cotidiana de esa época: el mercado, los pastores, los vendedores ambulantes, los gremios, músicos y danzantes…
Los artistas napolitanos también dan mucha importancia al paisaje que sirve se fondo a las escenas, así se pasó de la sencilla gruta franciscana a grandes templos o, coincidiendo con las excavaciones de Herculano, a un templo pagano semiderruido. A esto se añadían otras arquitecturas que reproducían casas, talleres, tabernas. Este tipo de escenografías son introducidas por Giovanni da Nola.
Las figuras medían entre 30 y 35 cm, eran móviles, se construían con un armazón de alambre recubierto de estopa, las extremidades eran talladas en madera mientras que la cabeza era modelada en terracota. Los artistas, que en algunos casos han podido ser identificados porque las obras estaban firmadas o por documentos (desde escultores y artistas de renombre a artesanos menos conocidos), modelaban la cabeza, cuello y pecho y a veces también el cuerpo entero. Para completarlas se añadían ojos de vidrio, vestuario (en los más suntuosos, con ricas telas y brocados) y accesorios que eran realizados en metal, plata, hueso, marfil, barro…
Los belenes de Patrimonio Nacional
Como cada año en Navidad, en el Salón de Alabarderos del Palacio Real de Madrid podrá verse, desde el 12 de diciembre hasta el 11 de enero, otro de los conjuntos más importantes del siglo XVIII, el Belén del Príncipe, iniciado cuando Carlos IV era príncipe de Asturias. En este caso a las figuras napolitanas se suman otras genovesas y españolas. En los belenes napolitanos cada año se concebía un montaje diferente, tradición que se continúa en la actualidad, y así cada año los conservadores y restauradores de Patrimonio Nacional idean un nuevo montaje donde lo religioso se mezcla con aspectos cortesanos y populares, como el año pasado que añadieron como novedad un campamento oriental a la entrada de la ciudad donde se reproducía la tienda de campaña otomana que se conserva en la Real Armería. Todavía no quieren desvelar el montaje que preparan para este año.
En el Monasterio de Las Descalzas Reales el belén es de tradición franciscana, con predominio de escenas inspiradas en el mundo rural. En este caso las figuras fueron realizadas en los talleres de imaginería que desde 1880 surgieron en la ciudad gerundense de Olot. Es de principios del siglo XX y fueron hechas con una pasta de cartón y madera característica de estos talleres.
El Monasterio de La Encarnación también expone por estas fechas un belén realizado en Olot a finales del siglo XIX. El montaje combina las figuras con elementos vegetales y textiles, junto con cerámica y bronces de talleres españoles del siglo XVIII.
Por último, en el Monasterio de Santa Isabel se muestra un conjunto formado por 50 figuras junto a 4 construcciones hechas de palillo por José Mayo entre 2003 y 2010. La escenografía sigue la tradición del belén popular madrileño: corchos y elementos vegetales.
Ángela SANZ
Haciendo la ruta de los Nacimientos merece la pena ir a La Casa de Galícia c/ Casado de Alisal 8 . Donde exponen un Nacimiento Napolitano, escenas y capillas de realización actual bellísimo, lo recomiendo. Alfonso
No solo en la capital hay belenes napolitanos excepcionales. En Valladolid, en el Museo Nacional de Escultura, tenemos uno de casi 200 figuras que destaca por la exquisitez de los Reyes Magos y su séquito oriental. Pastores, artesanos, burgueses, comerciante, campesinos, cíngaros y un mendigo, además de muchos animales. Animamos a la gente que vaya a Valladolid en Navidad, este museo y su belén bien merecen el viaje.
A partir del 5 de diciembre y hasta el 5 de enero se podrán ver en el Museo de Artes Decorativas los belenes que normalmente están guardados en las salas de reserva. La exposición es de entrada gratuita.
Muy cerca de este que se muestra en CentroCentro Cibeles; en concreto, en la calle Montalbán, 12, está el Museo de Artes Decorativas que tiene casi 300 belenes, entre los cuales destaca otro belén napolitano del siglo XVIII que tienen montado todo el año. A través de un panel guía se muestran muchos secretos y alguna sorpresa.
Puestos a ir a visitar belenes como manda la tradición en estas fechas, no hay que perderse el del Museo de Cerámica de Museo de Cerámica González Martí de Valencia, también napolitano, del siglo XVIII, y que fue comprado por el Ministerio de Cultura en la subasta de Navidad de 2002 de la Sala Retiro.