La galería Mirat & Co de Madrid muestra hasta el 9 de enero el último trabajo de este artista asturiano que destaca por su gran madurez creativa. Con el título de Anábasis, y comisariada por Felipe López Torres y Mirat Projects, la exposición exhibe un total de 17 cuadros y una instalación en los que el creador hace todo un despliegue de formas pictóricas y uso de materiales hasta llegar casi a la escultura
La palabra anábasis hace referencia, por una parte, a la aventura que vivieron los Diez Mil soldados griegos enrolados en el ejército persa durante su regreso a casa, allá por el siglo V a.C., mitificado por el relato de Jenofonte, pero también a una «experiencia hacia el interior», y eso es precisamente «Anábasis», la exposición que estos días Marcos Tamargo (Gijón, 1982) presenta en la madrileña galería Mirat & Co, un verdadero viaje hacia el interior de la creación artística del pintor, pero también una plasmación de cómo han influido en su vida y en su obra tanto los viajes que ha realizado como los lugares donde ha vivido a lo largo de este tiempo.
Así, los contrastes entre Europa, África y Estados Unidos –los lugares donde ha vivido– han sido una fuente de inspiración constante para un artista cuya fuerza expresiva reside en una pincelada larga, suelta y segura y en una paleta y un universo de texturas propios que ha ido ampliando y consolidando con el tiempo, que le permiten transmitir al espectador todo el conjunto de emociones y sentimientos que inspira su pintura.
En este sentido, Marcos Tamargo afirma que su paso por Kenia «marcó un antes y un después en mi trabajo”, un aspecto que resulta palpable y evidente si se comparan las obras anteriores a su estancia en África con las realizadas en ese periodo, tanto por la soltura de sus pinceladas como por el uso de unos colores distintos, más abiertos, de tonos más cálidos, pero también en la composición de sus obras, que ganó en narrativa poética.
De alguna forma, las obras que compusieron Fuerza Delicada –la exposición que reunió las obras que creó a raíz de aquella experiencia– marcaron un punto de inflexión en la trayectoria de Marcos Tamargo. Porque, sin representar una ruptura con la línea de trabajo que el artista venía desarrollando, la luz de África aportó unos matices más claros a sus paisajes, en los que, además, por primera vez aparecían personajes, individuos que no poblaban los mundos visuales de la primera época de la pintura del gijonés, y que empezaron entonces a tener una presencia incidental pero significativa en sus obras. Lo que sí mantuvo, sin embargo, en aquella producción fue la fuerte tendencia a la unión de los elementos, con la tierra y el mar como protagonistas, y con panorámicas en las que puertos y playas se diluían en el conjunto pictórico.
Pero si aquel momento fue importante en su trayectoria, la serie que exhibe ahora en la galería Mirat & Co va mucho más allá, y representa –el tiempo nos lo confirmará, seguro– un paso de gigante en su carrera. Es un trabajo más maduro, en el que están condensadas todas las etapas de su maduración creativa, que ha seguido hasta hoy una clara y progresiva línea evolutiva de afianzamiento en unas firmes convicciones estéticas y factuales. Así, aunque Marcos Tamargo ha sido siempre un pintor muy matérico, algunas piezas de este último trabajo alcanzan casi el grado de esculturas. Además, hay que destacar que se atreve con todos los tamaños, hay dos piezas de gran formato que atrapan la mirada del visitante desde que entra por la puerta, pero también hay que detenerse en las obras más pequeñas porque quizá es en ellas donde se encuentra la esencia de la pintura de Marcos Tamargo.
La materia, casi siempre recogida en el lugar que refleja la pintura, sigue integrándose con la base del lienzo, papel o madera, una aportación reciente en su trabajo, que el pincel del artista termina por transformar en una nueva evocación del paisaje, y que se complementa con pequeñas cantidades de tierra, arena, o incluso rocas o pequeñas piezas de hierro, que Marcos recoge en sus viajes y que acaban sirviendo de elementos de realidad en sus obras, al servicio del estilo abstracto-figurativo con el que trabaja.
En esta exposición de la galería Mirat & Co se muestran un total de 18 piezas, en las que el artista adopta infinidad de formas pictóricas y materiales, desde la arpillera, al lienzo, el papel, cristales, arena o serrín, y que dan como resultado una lectura muy evocativa de las vivencias y la memoria de Marcos Tamargo.
Á. S. C.